Los Chalets de los Periodistas

Los Chalets de los Periodistas

Si caminamos por el inicio de Blasco Ibañez observaremos en su lado izquierdo, unos pequeños “palacetes” conocidos como el “barrio de los periodistas”. Son solo una muestra del intento de crear una uniformidad de viviendas unifamiliares hasta el mar. De estos famosos chalets aún se conservan unos pocos en el inicio justo de Blasco Ibáñez y una única villa en el número 16. El resto que se llegaron a construir, en la calle Artes Gráficas, se derribaron para dar paso a grandes edificios en los años sesenta y setenta.

Hay que indicar que, en un intento de que los pisos destinados a la clase trabajadora traspasaran el concepto de vivienda pequeña y en el extrarradio, se levantaron estas edificaciones unifamiliares para albergar a los trabajadores de diferentes gremios. Sería lo que actualmente se conoce como vivienda de protección oficial (VPO). En los años treinta, el incremento del éxodo rural hacia las ciudades supuso la necesidad de edificar un gran número de viviendas a bajo coste para que la clase trabajadora pudiera tener acceso a una casa y algunos arquitectos y urbanistas se preocuparon por que ésta fuera algo más que una casa digna, como por ejemplo sería la “Finca Roja”.

Estas singulares “casas baratas” de más de 200m2, torre y jardín, fueron promovidas en régimen cooperativo por la Asociación de la Prensa Valenciana y la Cooperativa de Artes Gráficas y construidas por el arquitecto Enrique Viedma.

Esta debía ser la prueba piloto para una extensión en línea recta hacia el Mediterráneo, conectando con el Cabanyal un paseo al mar tupido de casas con grandes árboles. Pero al llegar la guerra y tras ella, la avenida Blasco Ibáñez se desvirtuó, convirtiéndose en un eje especulativo de primer orden. No es la única barriada que encontramos con casas de este tipo, otros ejemplos los tenemos en el barrio de la previsora de “L’Hort de Senabre” o las Casas Baratas Infanta Isabel del “Camí Fondo”.

Actualmente, lo que observamos allí son risas de niños, las múltiples lenguas de los estudiantes de Hispania, escuela de español y cada dos horas las primeras notas de “Entre dos aguas” que resuena en la calle Cavanilles y Bernat i Baldoví.