El Palacio de Ripalda

¿Conoces la historia del desaparecido Palacio de Ripalda?

Si existe un edificio que es el paradigma de la València derribada este es el Palacio de Ripalda. Por su carisma, su popularidad, por ser uno de los más fotografiados, por su característica torre y su historia, la desaparición del palacio de Ripalda supuso un trauma y un toque de atención para muchos valencianos, no por su antigüedad que no la tenía, pero sí por su importancia sentimental.

Este fue finalizado en 1887, en estilo neogótico romántico y ecléctico. Fue concebido como un château francés por el arquitecto Joaquín María Arnau Miramón, autor de obras notables en la ciudad como el Palacio de Fuentehermosa o Castellfort o la preciosa “Casa Sancho” en la calle de la Paz. María Josefa Paulín, Condesa de Ripalda, le encargó la realización de la residencia para ella misma en el paseo de la Alameda de Valencia.

El palacio fue pasando por los descendientes de la condesa de Ripalda. La hija de Josefa murió en 1942 sin descendencia, sus sobrinos, los Berbedel, vinculados a la familia Trénor se hicieron cargo y finalmente el título pasó en 1959 a Amalio de Marichalar y aquí empieza una historia de intrincados movimientos urbanísticos que acabaron con la vida de este palacio que narraremos en la siguiente entrada.

Las leyendas del derribo del castillo de la condesa de Ripalda permanecen en la memoria colectiva. Algunas dicen que el edificio fue comprado por rico americano y piedra a piedra fue trasladado a Estados Unidos. Historia completamente falsa, pues el palacio estaba construido con mampostería y no de sillería. También se rumorea que algunos de los exclusivos pisos de la Torre Ripalda o "Pagoda" están decorados con cuadros y muebles del desaparecido palacio.

Otra curiosidad nos dice que en 1936, al trasladarse a Valencia el gobierno de la república, se utilizó como sede del Ministerio de Comercio. ¿Pero nos queda algo en pie del Palacio? Solamente parte del muro que lo rodeaba, que fue usado en el vecino palacio de Monforte y el monumental ficus que se encontraba en los jardines del castillo. En la actualidad, sobre el solar que ocupaba el palacio se levanta un edificio conocido como "La Pagoda".

El derribo fue incluido en la recalificación de la manzana de la antigua Feria de Muestras promovida en 1965 por el alcalde franquista Rincón de Arellano, este fue un lucrativo negocio para algunas familias de la aristocracia y la burguesía local y una operación inmobiliaria especulativa de manual que ocupa un lugar destacado en la historia negra del urbanismo valenciano.

El suelo de la Feria era muy valioso, así que el ayuntamiento permutó unos terrenos agrícolas sin valor en Benimamet para construir otra, que se financiaría con el precio de la subasta del suelo recalificado de la del Pla del Reial. Los familiares vieron el negocio por la privilegiada situación del antiguo palacio familiar, de este modo instaron al ayuntamiento a incluirlo en la recalificación. Los dueños alegaron que “era una construcción moderna y el deseo de los propietarios de edificar ha de bastar”. Argumentos que fueron suficientes para que el ayuntamiento incluyese los terrenos del palacio en la operación.

La construcción de las viviendas de lujo pudo hacerse pese a que la manzana en su conjunto estaba protegida. Un sospechoso retardo en los informes de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio fue interpretado como silencio administrativo y el ayuntamiento dio luz verde a la operación.

Los terrenos de la Feria pasaron por subasta a manos del empresario hotelero José Meliá y los de Ripalda fueron utilizados para una promoción de viviendas de lujo en la que estaban incluidos los miembros más relevantes de la burguesía valenciana del franquismo y los herederos, familia Trenor y Marichalar, que no se marcharon lejos de la zona, pues buena parte de ellos aún viven en la torre de viviendas de lujo conocida como la Pagoda que se levantó en los terrenos del castillo junto a otros ilustres habitantes como el ex-presidente Eduardo Zaplana.

En el expediente municipal consta que cuando las promociones arrancaron el precio del suelo ya había aumentado un 25%. Para el ayuntamiento acabó siendo un negocio ruinoso pues cedió a la iniciativa privada suelos en una situación privilegiada por otros sin prácticamente valor en la huerta de Benimámet.