La Casa del Verdugo

¿Sabías que la casa del último verdugo de una ejecución pública en España está en Valencia?

En octubre de 1896 los periódicos destacaban la noticia de una ejecución en público de una mujer que debía cumplir su condena por matar tres años antes a su marido en Murcia.

En la calle Angosta de la Compañía se observa una vieja finca con una puerta de color oscuro en la que puede observarse todavía, ligeramente, el nombre de "Archivo General”, pues durante la Capitalidad de València durante la II República, estuvo en ese lugar.

Si nos fijamos, a la derecha de la puerta principal encontramos una pequeña hoy tapiada. Se cuenta que en ese lugar vivía el último verdugo público de València, precisamente, el que llevó a cabo la última ejecución pública en nuestro país: Pascual Ten Molina, ejecutor por entonces de la Audiencia de Valencia.

Este hombre fue el encargado de ajusticiar, en 1896 y en plena vía pública de la ciudad de Murcia, a la que sería la última víctima de una ejecución en público (no así en cárceles): Josefa Gómez, quien pasaría a la historia como Josefa, "La Perla Murciana”. Los hechos se remontan hasta 1893 en Murcia. Josefa regentaba junto a su marido un hostal con el nombre de “La Perla Murciana”. El propietario y una criada murieron al tomar café de una taza de barro. Se descubrió que este estaba adulterado con estricnina, un potente veneno. Josefa fue condenada a pena de muerte por el asesinato de dos personas que bebieron el café. La historia se complica cuando un huésped de la pensión de aquel día, fue condenado por ser el conocido amante de Josefa, habiendo planeado juntos el asesinato del marido.

Para el cumplimiento de la condena, fue requerido el verdugo de Valencia. Al llegar a Murcia para ejecutar la sentencia, se cuenta que Pascual, tal vez por la fuerte oposición de los murcianos de a pie a que se ejecutara la sentencia o por la belleza de la “la Perla Murciana”, de la que se habría enamorado, solicitó su indulto a Madrid, cosa que fue negada. Fue ejecutada a Garrote Vil dos días después. Se sabe, además, que más tarde fue cesado de su cargo por haber pedido clemencia, ya que ello se consideraba una actitud impropia de un verdugo.