La Botiga de la Balda

¿Conoces la historia del “Teatro de la Botiga de la Balda”?

En la actualidad conocemos el Teatro Principal como el edificio “decano” de los teatros Valencianos, pero como ya hemos tratado anteriormente hubieron otros lugares para ofrecer todo tipo de representaciones, siendo la Casa de Comedias del Corral de la Olivera el más destacado.

Precisamente, tras el derribo del “Corral de l’Olivera”, forzado por un incendio y por la intercesión de manera negativa del Arzobispo Mayoral, se fija en un antiguo almacén y granero de la calle de Salvador, junto al Puente de la Trinidad, el lugar provisional antes de la deseada reedificación del Corral.

Este eventual teatro, que conservó el nombre de “Botiga de la Balda” después de ser habilitado como sala, acogió las principales representaciones teatrales y operísticas de la ciudad hasta 1832, cuando fue inaugurado el actual Teatro Principal.

En 1761 el Ayuntamiento de València consiguió levantar la prohibición de representar teatro y se planteó reconstruir el “Corral de la Olivera”, para lo cual había que derribar las casas construidas en su solar. Mientras esto sucedía, se habilitó el almacén mencionado construyendo un teatro en madera. El carácter irregular de la planta y la escasa visibilidad de muchas de las localidades hablan del carácter provisional de la solución adoptada. Pero las obras de “La Olivera” tuvieron varios contratiempos: se tardaron en conseguir los permisos y a los pocos años de empezar se interrumpieron porque, a raíz del incendio sufrido por el teatro de Zaragoza en 1787, Carlos III prohibió de nuevo las representaciones, que no fueron autorizadas de nuevo hasta 1789.

Vista la maldición que tenía el teatro de “La Olivera”, se planteó la posibilidad de construir uno nuevo en otro lugar, lo que sería el Teatro Principal, pero mientras se siguió con las reformas de la Botiga de la Balda para acoger un público más acomodado y para adaptarlo a representaciones operísticas. Por ello se le dotó de un foso para los músicos ante el escenario, iluminación con lámparas de aceite y espacios y máquinas para las tramoyas. El público, a su vez, se sentaba en las lonjas, butacas o en bancos, según el nivel social, y al fondo de la sala, las localidades más populares, generalmente de pie. No faltaba tampoco “La Grada de les Dones”.

Pero los problemas económicos del momento retrasaron “sine die” el nuevo teatro y esto unido a la Guerra de Independencia, hizo que el Principal no se pudiera inaugurar hasta 1832. Hasta el día antes de esta inauguración, pues, el Teatro de la Botiga de la Balda continuó en funcionamiento.

El Teatro fue gestionado por empresarios que lo alquilaban en concurso público al Hospital, y del mismo modo que ocurría en el Corral de la Olivera, parte de los beneficios iban a esta institución. Los arrendadores formaban una compañía estable cada temporada, con cuerpos para teatro en verso, ópera y danza. En todo caso, era la ópera y la zarzuela la que dominaba la vida teatral Valenciana del momento.