El Barrio de la Aguja

La caprichosa evolución urbana hace que en muchas ocasiones, determinadas construcciones o edificaciones condicionen el crecimiento regular de una ciudad. En València de eso tenemos ejemplos claros. Desde antiguos caminos y acequias hasta alquerías y edificaciones periurbanas, huertas y barriadas del extrarradio han hecho que la extensión de la ciudad se detuviera en determinados puntos, aunque otras veces esa misma voracidad constructiva no haya tenido piedad con algunas construcciones.

Ejemplos de ello tenemos muchos, pero quizás uno de los mas paradigmáticos sea el del Barrio de la Aguja, junto a la Avenida del Cid.

Este pequeño barrio de casas bajas, actualmente lo encontramos empotrado entre edificaciones, lo que da la sensación de ser un auténtico oasis, pues estas construcciones no han variado su fisonomía desde su construcción en el año 1932. La avenida del Cid y el crecimiento del barrio de Nou Molés han respetado, de manera poco sutil, su antigua trama urbana. Aún persisten 55 de las 65 viviendas originales, muchas de ellas con retablos cerámicos en sus fachadas. El nombre del barrio se debe a que sus viviendas de carácter social fueron construidas para el Sindicato de la Aguja, la primera organización sindical para mujeres que hubo en España y por Cooperativa de Casas Baratas Obreras Previsoras, aunque su nombre oficial siempre fue el de barrio de la Virgen de los Desamparados. Fue construido en su tiempo en medio de la huerta de Mislata, junto a la conocida como “Alquería de la Ponsa”, de finales del siglo XV, que todavía podemos ver en estado ruinoso. Parecía que su construcción no fue al azar, pues estaba proyectada que junto a esta barriada discurriera una línea del ferrocarril a Llíria que sin embargo se decidió desviarla, lo que dejó a este barrio aislado durante décadas.

Actualmente el nombre de las calles alude a diversas vírgenes pero en su origen estaban rotuladas con letras de la A a la F, que todavía son visibles.