Los Gigantes de València

Los Gigantes de València

València ha tenido una relación muy estrecha con “los gigantes”, seres de gran tamaño que han sido adorados o festejados, que han decorado o divertido a generaciones, estando muchos de ellos en el olvido. Algunos han sido efímeros, otros todavía los podemos ver y varios han desaparecido por la desmemoria o el clásico afán destructivo del patrimonio y las tradiciones que tienen los valencianos.

Quizá, uno de los ejemplos de pérdida del patrimonio tanto físico como oral, es la fiesta de San Cristóbal que se celebraba en los alrededores de la Calle Corona. Se festejaba el día 10 de julio con la bendición de los carros y automóviles, ya que este santo es el patrón de automovilistas, taxistas, camioneros y conductores en general.

Según la tradición católica, San Cristóbal fue un hombre de gran tamaño, un gigante, que trabajaba como portador de personas y bultos para atravesar los ríos. En una ocasión ayudó al propio Jesús a cruzar el río, cargándolo sobre su hombro, de hecho su nombre procede del griego “Khirstóphoros”, que quiere decir “portador de Cristo” y así se le representa iconográficamente.

San Cristóbal también fue el patrón del Gremio de los Pelaires, los encargados de preparar la lana que ha de tejerse y que tenían su sede en el siglo XVII en la calle de Quart, en el conocido como huerto del Triador. Estos veneraban una figura del santo de más de seis metros de altura que situaron en una capilla de la calle de la Corona y al desparecer esta, la trasladaron en 1908 a la Parroquia de San Miguel, donde estuvo hasta el derribo la iglesia.

Pero no ha sido la única figura gigante adorada, en la calle Concordia, a los pies de la desaparecida Iglesia de San Bartolomé, existió una gran hornacina con una imagen tallada en piedra policromada de la “Mare de Deu Grossa”. Quizá se la llamaba así por los más de dos metros de altura que tenía (estando sentada). De hecho el origen de la calle Concordia era porque estas imágenes religiosas estaban sufragadas por una “Concordia” que eran agrupaciones de devotos que sostenían el gasto de una pequeña capilla que solían tener en la calle bajo una determinada advocación.

En el mundo de los gigantes valencianos, también existían efímeros, a parte obviamente de las innumerables fallas que han representado a diversos personajes de gran tamaño. Podemos destacar una pareja fuera del calendario fallero, pues durante la Feria de Julio de 1904 se instalaron en la plaza de la Reina dos huertanos de colosales dimensiones conocidos como Nelet y Quiqueta. Estos alcanzaron los diecisiete metros de altura y tal era su envergadura, que el tranvía que se dirigía a la desaparecida calle Campaneros pasaba por bajo de sus piernas. Muy famoso fue en la misma feria de 1900 el famoso Tío Nelo. También fue muy celebrado otro huertano gigante instalado en las fiestas de Ruzafa en el año 1920.


Otra relación de la ciudad con los gigantes la encontramos “El Corpus”, donde podemos ver a parte de los cabezudos, bestiario y numerosos personajes y danzas populares, a los gigantes. Estas tradiciones centenarias tienen su origen en la edad media, y desde ese momento no ha variado la tradición, el portador hace girar y bailar al gigante al son de una melodía popular. Generalmente los gigantes desfilan en parejas y en el caso de nuestra ciudad, acompañados por el tabal y dolçaina, van cuatro parejas representando los cuatro continentes conocidos, Europa, Asia, África y América, como adoración a Dios por parte de todos los pueblos de la tierra.

Hasta en el callejero tenemos referencias, en concreto en Ciutat Vella existe una pequeña calle con el nombre de “calle del Gigante”. Ya aparece citada con este nombre por el mismísimo Luis Vives y supuestamente llevaría esa denominación por algún personaje de gran estatura que habitaría en esa vía. Aparece mencionada como calle del “Jagant” y existen datos que la sitúan con una antigüedad de más de 300 años.

Gigantes de piedra, como los que flanquean la portada del Palacio del Marqués de Dos Aguas o la gigantesca figura femenina que se sitúa en la fachada de la Facultad de Medicina son ejemplos de colosos de piedra que hay, y muchos, en la ciudad.

Pero si hablamos de Gigantes, no podemos dejar de mencionar a uno de los últimos en llegar y sin embargo, el más grande de todos. Estamos hablando por supuesto de nuestro querido “Gulliver”. Esta escultura monumental de más de setenta metros de largo y 7 y medio de altura, que sirve como parque de atracciones a sus diminutos visitantes, representa el preciso momento en el cual Gulliver acaba de llegar al país de Lilliput y ha sido atado por los liliputienses. La figura está realizada en una escala tal que los visitantes semejan los habitantes de Lilliput cuando paseaban sobre el cuerpo del personaje creado por Jonathan Swift. Fue inaugurado en 1990 y lleva más de veinte años haciendo disfrutar a los más pequeños.