La Estatua de Jaume I

Hemos hablado anteriormente de la Calle Jaume I, un pequeño vial que para nada hace honor a tan ilustre personaje y explicamos las razones de este hecho. A modo de desagravio y por el 600 aniversario de la conquista de la ciudad, se promovió la instalación de una estatua ecuestre en uno de los “nuevos” jardines, los que posteriormente se conocieron popularmente como “El Parterre”. Su nombre oficial ha sufrido los vaivenes de la historia, empezamos: Plaza de la Aduana, Príncipe Alfonso, Mendizábal, Woodrow Wilson, Ausiàs March y finalmente Alfonso el Magnánimo. A nadie por lo visto se le ocurrió bautizarla con el nombre de la estatua que albergaba.

El proyecto surgió en 1875 pero no se instaló hasta 1891. Se da la circunstancia que primero se colocó el pedestal y 16 años más tarde la escultura. En cuanto a la estatua se sabe que pesa alrededor de 11 toneladas y que está realizada en bronce procedente de la fundición de cinco cañones del castillo de Peñíscola. Y aquí es donde empieza la leyenda.

Se cuentan varias cosas acerca de esta estatua pero destacaremos dos. La primera es que se dice que el caballo está basado en uno que realmente existió propiedad de un vecino de Marxalenes. Esto es poco probable pues el diseño de la estatua y el molde fue realizado en Barcelona y en Valencia solo tuvo lugar su fundición.

La segunda es mucho más curiosa, se cuenta que en el momento de la fundición, cuando se estaba vertiendo el bronce un antiguo soldado que estaba presente lanzó su gorra en señal de júbilo por tan especial momento, sin acordarse que en su interior guardaba cierta cantidad de dinero, que varía según la fuente, se dice desde un jornal, pasando por el dinero de un año, hasta por los ahorros de su vida. De lo que no hay duda es que de ser cierta esta historia, en el interior del caballo habría dinero del siglo XIX. De lo que no cabe ninguna duda, es que será difícil que en algún momento conozcamos la verdad sobre esta historia.